Empecemos señalando algunas peculiaridades que parece estar presentando la emergencia de la soledad como problema social (es decir, como problema que se entiende que concierne a la colectividad y no únicamente a determinados individuos a quienes estaría afectando directamente). Posiblemente estamos en una situación extraña en la que el tema parece haberse puesto de moda entre algunas personas con responsabilidades políticas y otros agentes y se ponen en marcha procesos de construcción de políticas y planificación estratégica al respecto pero después no parece haber una comunidad profesional, disciplinar o sectorial con un consenso acerca del encargo, contenido, instrumentos, dinámica y alcance de dicha política pública. Constatamos, por tanto, una notable confusión en torno a este asunto que, al parecer, presenta cierta complejidad.
Ello no quiere decir que la soledad no pueda y deba ser vista como un problema social y político. Podemos verla como síntoma de otros problemas, como causante de otros males y también como problema con valor en sí mismo, con independencia de que, además, pueda desencadenar enfermedades (problemas de salud), costes (problemas económicos) u otros y con independencia de que pueda ser visto como consecuencia de fenómenos morales (individualismo), sociales (desvinculación) u otros. Un problema individual que tanta gente siente como propio debe ser visto, seguramente, como un problema social y político. Ahora bien, no está claro si es un problema más bien transversal o más bien sectorial (por ejemplo, del ámbito de los servicios sociales). Hay que adelantar que, tanto si es más transversal como si es más sectorial, puede proponerse el concepto de “soledad en todas las políticas”.
Del mismo modo, no estaría claro cual es el “bien” o “solución” que corresponde al “mal” o “problema” llamado soledad. Podríamos hablar de conexión, como un término que abarcaría otros como vínculo, relación y pertenencia. Otra tríada que nos puede valer a la hora de hablar de antídotos o respuestas a las situaciones de soledad es: cuidados cotidianos, ayuda mutua (apoyo mutuo) y comunidad inclusiva (o integración comunitaria). Y podríamos añadir claves de diversidad, intergeneracionalidad e interseccionalidad. Por cierto, el hecho de que utilicemos esta jerga de bienes y males (problemas y soluciones) no nos hace olvidar que, seguramente, todas habremos de atravesar en la vida situaciones de soledad (especialmente en transiciones vitales) y que, en cierto modo, al menos en algunos momentos o épocas, nos tocará caminar con la soledad como compañera de viaje.
Por cierto, del mismo modo que un error en la elección del tipo de suelo del puente de Calatrava en Bilbao (decisión del ámbito de la arquitectura) provocó caídas y traumatismos y urgencias médicas (afectación de la salud), quizá nos encontramos en este momento que las situaciones de soledad (que frecuentemente se han abordado en un marco de salud mental por parte de la psicología, por ejemplo) tienen causas estructurales más macro que quizá puedan ser mejor entendidas por la sociologia, la economía o la politología. Expresiones como “el siglo de la soledad” pueden hacer referencia a eso.
En nuestra sociedad, muchas situaciones de soledad (o una cierta fenomenología o configuración de la soledad) pueden ser vistas como una arista, faceta o dimensión de la crisis sistémica (climática, ecológica, energética, financiera, económica, laboral, política, migratoria, militar, tecnológica, administrativa, urbana, comunitaria, familiar, relacional y moral) que estamos viviendo. En una sociedad en la que se van rompiendo lazos, estructuras y códigos fundamentales para su sostenibilidad en interdependencia, la soledad es un ingrediente o expresión más de la desvinculación, la exclusión y la anomía. Parece que la soledad es el nombre que nuestra época ha decidido dar a un particular cruce de caminos muy característico de ella.
Quizá, por cierto, una forma de entender y contarnos esa crisis sistémica es la de una sociedad en la que el avance tecnológico y digital ha tomado la delantera a otros procesos o factores imprescindibles para el funcionamiento de la sociedad. La digitalización parece impulsar los procesos de individualización: al incrementar exponencialmente la capacidad humana de conexión en la vida laboral, ciudadana y personal, contribuye a impulsar, inflar y extralimitar determinados procesos (calentamiento, financiarización o migraciones) así como a disolver estructuras económicas, familiares, políticas, administrativas o de otros tipos.
La tecnología digital y la transformación de la economía y de la política que facilita se presenta a la vez como parte del problema y como parte de la solución. La innovación tecnológica nos empodera y nos desempodera, aumenta nuestra capacidad de agencia y nos instrumentaliza. En cualquier caso la razón tecnológica (como razón instrumental) debe someterse a la razón ética, política y social, a la razón democrática, justa y humanista.
Unos servicios sociales de cuidados podrían ser la rama de actividad del sistema de bienestar de referencia para ocuparse de las situaciones de soledad (como decimos, implicando necesariamente al resto de ramas, singularmente salud, urbanismo y ocio). Lógicamente las situaciones de soledad se pueden prevenir, se pueden revertir, se pueden compensar y se pueden paliar. La prevención de las situaciones de soledad puede ser universal (primaria), selectiva (secundaria) e indicada (terciaria).
En el título de la ponencia identificamos tres procesos que pueden ser relevantes a la hora de prevenir y abordar las situaciones de soledad: desarrollo comunitario, acción voluntaria y convivencia vecinal. Nos referiremos a cada uno de ellos brevemente:
- Desarrollo comunitario: entendido como finalidad de la acción comunitaria: dinamización/construcción de eso que llamamos comunidad (con elementos de proximidad, relación, organización, agencia, identidad u otros).
- Acción voluntaria: relaciones secundarias asimétricas solidarias que tienen su lugar principal en el llamado tercer sector, como actividad interesante para las personas en riesgo o situación de soledad como destinatarias o voluntarias.
- Convivencia vecinal: relaciones primarias, lazos débiles o fuertes de proximidad, amistad y cuidado; mundo de la vida, no del sistema, entendiendo que desde el sistema se puede influir en el mundo de la vida respetando sus reglas.
Lógicamente se pueden lograr importantes sinergias entre estos tres procesos y las entidades del tercer sector, como Grandes Amigos, tienen un importante papel que desempeñar al respecto. Las entidades del tercer sector quizá hayan de tener especial cuidado, en su intervención y en su comunicación, en evitar la estigmatización, el asistencialismo, el clientelismo, la mercantilización o la colonización. El tercer sector, para serlo, ha de jugar con reglas, códigos y lenguajes diferentes a los de las otras esferas de la sociedad. Sólo así podrá aportar su valor añadido específico. Los riesgos que tiene son la burocratización, la mercantilización y la disolución. Entiendo que entidades como Grandes Amigos son foco, campana, estructura, acicate y banco de pruebas.
Partiendo de un concepto amplio, flexible y abarcador de intervención social, entendemos que las herramientas de la acción comunitaria/desarrollo comunitario, las herramientas de la acción voluntaria/organizaciones solidarias y las herramientas de la promoción/dinamización de las relaciones de convivencia vecinal y barrial se pueden complementar en proyectos de prevención de la soledad que no necesariamente tienen que llevar la palabra soledad en su denominación.
Finalmente, fijando nuestro interés en esos tres procesos o macroprocesos y dando cuenta del carácter macro estructural del problema de la soledad en nuestra sociedad queremos llamar la atención sobre dos riesgos: el de que el abordaje de las situaciones de soledad tienda a ubicarse aguas abajo, en una clave sólo o preferentemente paliativa (dejando intactos los mecanismos macro estructurales que siguen desencadenando más y más situaciones de soledad) o el de que se computen, sin más, como actuaciones frente a la soledad, medidas de diferentes tipos y de amplio espectro en su impacto (aguas arriba) que ya estaban siendo ejecutadas o ya estaban previstas, sin más.
Quizá el desarrollo comunitario, la acción voluntaria y la convivencia vecinal pueden ubicarse como marcos o procesos de alcance intermedio (ni tan aguas abajo ni tan aguas arriba) para vertebrar estrategias frente a la soledad.
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(Contenido aproximado de la ponencia preparada para el 20 de septiembre de 2023 con Grandes Amigos en Madrid. La preparación de esta ponencia se ha beneficiado del trabajo y aprendizaje que estamos realizando y construyendo, entre otros, en: el programa Viernes, impulsado por el Gobierno de Cantabria; la iniciativa As Trenzas da Lola, de Emaús Galicia; la estrategia Hariak, de Adinberri Fundazioa; el Ayuntamiento de Barcelona y diversos proyectos del grupo cooperativo Servicios Sociales Integrados.